Se cumple este año el 25 aniversario de la muerte de Lola Iturbe. Este artículo se publicó con moti vo de su fallecimiento.
Conocí a Lola Iturbe en París, en el invierno de 1974. Acababa de aparecer su libro La mujer en la lucha social (La Guerra Civil de España). Era una mujer pequeña de estatura, con un talante humano cálido, atrayente, generoso, que le asomaba por unos ojos enormes, que conservaban toda la belleza de sus años jóvenes. Era una persona a la que no había más remedio que querer de inmediato. A mi regreso empezamos a escribirnos, y su casa fue ya visita obligada y entrañable. Lola era una mujer que nunca defraudaba, que enriquecía la amistad en su proverbial sencillez. Su memoria forzaba la admiración y su lucidez y exactitud en el dato asombraba. Lucidez que la ha alumbrado hasta los últimos días de su vida. Como tantas mujeres libertarias, ella quitaba importancia a la labor y entrega de toda una vida de militante activa. Me costó años convencerla de que debíamos grabar sus recuerdos de luchadora, sus vivencias de compañera de toda la vida de Juanel, con el que compartió exilios; la cárcel desde el locutorio, del otro lado de las rejas, como inapreciable sostén del compañero preso, trabajando para ayudar la escasa alimentación del compañero preso o escondido. Sin soltar las riendas del hogar, velando por la educación de los hijos, la militancia y la solidaridad en las filas de la CNT.
Los días 29 y 30 de octubre pasado, en Gijón, donde ella vivía, con sus hijos Aurora y Ramón, desde la muerte de Juanel, pudimos grabar, al fin, con la gran luchadora. ¡Qué vida la de Lola! ¡De qué metal estaba hecha, aquella mujer! Antes de llegar al mundo había sido la causa de que su madre fuese doblemente abandonada, primero por el novio y después por su familia, temerosa del escándalo en una sociedad intolerante, clasista, defensora de un orden inmoral, que generaba tan injustas situaciones. Y en estos orígenes radica la clave de la lucha de Lola Iturbe, enfrentándose con una sociedad que coarta el ejercicio de cualquier forma de libertad.
Lola Iturbe Arizcuri, de origen vasco, nació en Barcelona, en la calle de Ferlandina, el 1 de agosto de 1902. En plena niñez la emplean como sirvienta y a los 14 años es aprendiza de pantalonera, afiliándose ya al Sindicato del Vestir (CNT). Como modelos a seguir en el campo de la lucha sindical y organización obrera tiene a Teresa Claramunt, Soledad Gustavo, Rosario Dulcet, Libertad Ródenas y a otras muchas que ella recreará en su libro La mujer en la lucha social. En plena adolescencia, Lola se multiplica junto a otras compañeras, en una intensa actividad solidaria: llevando comida para los sindicalistas presos en las cárceles, cuidándose de su ropa sucia; o situándose en los caminos, al paso de las cuerdas de presos, para darles ánimo y procurándoles alimentos.
En 1922, conoce a un muchacho de gran inquietud reivindicativa en el campo laboral y social, que además escribe versos: Juan Manuel Molina Juanel, y no tardan en unirse. El amor de esta pareja es de los mejores construidos y admirables que yo conozco. De su unión nacieron la entrañable Aurora y Helenio. Un amor a prueba de persecuciones, detenciones, cárcel, con toda suerte de privaciones, separaciones, registros policíacos y una permanente inseguridad laboral. Largos y penosos exilios, con la dictadura de Primo de Rivera, en Francia y Bruselas; y con la deFranco, de nuevo en Francia.
En 1934, Lola lturbe fue una de las fundadoras del movimiento libertarioMujeres Libres, colaborando en el portavoz del mismo nombre, con el seudónimo de Kiralina. Intervino en la creación del Casal de la Dona Treballadora, un centro cultural donde se acogía y preparaba a la mujer obrera. Contribuyó a plasmar en realidad un ensayo sin precedentes en el mundo: Los liberatorios de prostitución. En los locales abiertos en el Distrito V barcelonés, se ofrecía toda clase de información a las prostitutas del popular barrio y a cuantas acudían a ellos, incorporándolas a los sindicatos confederales, donde aprendían un oficio con el que ganarse dignamente la vida.
Pero si la lucha de Lola fue denodada bajo la despiadada represión contra los medios y militantes sindicalistas, organizada por Martínez Anido, gobernador civil de Barcelona, durante nuestra Guerra Civil, Lola Iturbe sería una de las muchas heroínas anónimas. Aquellas que con su esfuerzo y valor, harían posible la resistencia del pueblo español, la primera gesta revolucionaria de signo libertario, frente al fascismo que amenazaba a Europa. Actuó en el Comité de Milicias Antifascistas y como corresponsal del periódico Tierra y Libertad en el frente de Aragón. En 1938 acompañó a la escritora y pensadora Emma Goldman, en una importante visita de ésta para conocer el ejemplo y desarrollo de las colectividades aragonesas. En 1939 empieza un exilio que durará hasta 1979, en que Lola y Juanel regresan a Barcelona, donde su compañero fallece el 20 de septiembre de 1984.
Lola acaba de dejarnos el 5 de enero de 1990, para reposar definitivamente en su añorada Barcelona, junto a Juanel.
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