15 mars 2010

Recordando a Miguel Delibes

Delibes narrador por Jesus Ferrero
Siempre he tendido a despojar de tópicos la obra de Delibes. La gente tiende a verla tan representativa de una tierra, que ya sólo ven ella esa representación, Castilla, por encima de cualquiera otra valoración. Hay escritores ahogados en su propia tierra, ahogados y emborronados por haberlos convertido en símbolos excesivos de una región. Es una extraña muerte por excesiva naturalización.

En los años de amistad epistolar que tuve con Delibes, siempre le dije bien claro lo que más que interesaba de su obra: su estructura narrativa, su manera de acercarse a los personajes, su forma de ubicarlos dentro de la narración, su capacidad para recrear mundos realistas que conformaban sin embargo una especie de círculo simbólico y casi bíblico, su capacidad para configurar historias perfectamente estructuradas y de geometría compleja sin que esa complejidad se notara ni se notara la estructura. En rigor, son esos elementos narrativos los que se pueden aprender de un maestro más que su pertenencia a una u otra cultura.

Pero se trataría hasta el momento de aspectos formales, que atañen a la materialización literaria de una narración, luego están los elementos morales y de fondo, tan importantes como los formales en este caso. Y los aspectos morales en la obra de Delibes son ejemplares. Para empezar es un narrador muy generoso que intenta hacer justicia poética con todos sus personajes, también con los infames. La justicia, en un sentido casi primordial, planea por todas las obras de Delibes, y sobre todo planea por sus novelas. Como además las tensiones y las líneas de fuerza están muy equilibradas en sus grandes novelas, el lector siente algunos desenlaces de sus historias como profundamente justos y liberadores. Algo parecido a lo que debían de sentir los griegos en las tragedias: la catarsis.

Ya hay pocos novelistas que produzcan la catarsis en sus lectores, fundamentalmente porque se trata de un sentimiento moral más que estético.

Otro logro de su vida y de su obra ha sido la fidelidad de sus lectores. Delibes ha sido uno de los últimos escritores que en muchos aspectos representaron la conciencia de una generación. En ese sentido marca una frontera. Los escritores ya no representan ninguna conciencia, ni social ni individual, y ya casi están fuera de la historia.

Delibes tenía 16 años cuando comenzó la guerra civil, y ha dejado la vida ya en el siglo XXI. Se lleva con él dos guerras y una paz enrarecida en la que reinará siempre una mujer de rojo sobre fondo gris. 

(Artículo publicado en la edición papel de El Mundo) via  ariculo en facebook

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