Miguel Hernández (1910-1942)
2010 centenario de su nacimiento
Homenajes 1
Hijo de la luz y de la sombra es el álbum de 2010 de Joan Manuel Serrat. Está basado en los poemas de Miguel Hernández, con colaboraciones de Joan Albert Amargós y Miguel Poveda. se iniciará en marzo del año próximo en Elche y finalizará en Orihuela el 30 de octubre de 2010, precisamente el día en que se cumplirá el centenario del nacimiento de Hernández, quien siendo preso político falleció a los 32 años de edad en la cárcel, víctima de la dictadura del general Francisco Franco.Joan Manuel Serrat. Premio Nacional de las Músicas Actuales presenta su nuevo trabajio, dedicado a Miguel Hernández: Hijo de la luz y de la sombra En formato CD + DVD. El CD contiene 13 canciones y el DVD es un documental de 30 minutos de duración.
Carta abierta de Joan Manuel Serrat
Queridos desconocidos en general y sin embargo amigos la mayoría:
El 23 de Febrero aparece mi último trabajo discográfico: "Hijo de la luz y de la sombra". Un puñado de canciones sobre poemas de Miguel Hernández. Una prolongación del disco que apareció en 1972 y también un complemento.
Trece nuevas canciones componen esta entrega. Un amplio recorrido por la obra de Miguel Hernández que incluye desde poemas de juventud como "La palmera levantina" hasta versos de "Hijo de la luz y de la sombra", el más hondo y ambicioso de sus poemas, probablemente su obra maestra cuya lectura recomiendo de manera especial.
¿Por qué vuelvo a escarbar de nuevo en la obra de Miguel Hernández…? Fundamentalmente por dos razones. Una, porque este año se cumple el Centenario del nacimiento del poeta y, como viejo amigo que soy, me sentía en la obligación de celebrarlo desde los escenarios. La gente me lo iba a pedir. La gente ama al poeta y, como yo, no dejaría pasar la onomástica sin recordarla.
En principio, la idea buscaba apenas refrescar el viejo repertorio con un par de nuevas canciones así que, sin grandes expectativas, volví a bucear en su poesía pero a medida que los viejos versos me devolvían nuevas emociones y las ideas se iban materializando en canciones fue creciendo mi entusiasmo hasta que finalmente, a la vista de la bondad del material resultante, aposté decididamente por este trabajo que ahora presento. Una nueva entrega de sus versos listos para cantar.
La otra razón que me ha empujado a volver sobre la obra de Miquel Hernández, la más importante y la que me convenció del interés y validez del proyecto es la intemporalidad de su poesía, la vigencia de sus versos más allá del lugar y el tiempo en que vieron la luz, más allá del contexto en que nacieron, versos que siguen sonando tan sólidos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí.
Ha sido fundamental haber contado con magníficos colaboradores para llevar el proyecto a buen puerto. A todos ellos mi gratitud, desde la capitanía de Joan Albert Amargós en la preparación de las canciones, los arreglos y la dirección musical hasta la paciencia y el trabajo de Raúl Cuevas en la grabación y de José Luis Crespo en las mezclas. Ellos son una muestra de la larga lista de amigos y colaboradores que han hecho posible este "Hijo de la luz y de la sombra".
Me gustaría que este trabajo ayudase a acercar al público la poesía de Miguel Hernández, a mi entender uno de nuestros poetas contemporáneos fundamentales, y que la gente, más allá de las canciones, encuentre en los libros el alma del poeta.
La fecha de aparición de este trabajo es producto del azar aunque confieso que no me parece mal la coincidencia. Al fin y al cabo, visto desde la distancia, el 23 de Febrero de 1981 fue el día en que el franquismo perdió su última batalla y nada mejor que celebrarlo con vosotros descorchando este manojo de canciones que, con versos del poeta de Orihuela, he preparado en la esperanza de que os conmuevan como a mí. Joan Manuel Serrat
Carta abierta de Joan Manuel Serrat
Queridos desconocidos en general y sin embargo amigos la mayoría:
El 23 de Febrero aparece mi último trabajo discográfico: "Hijo de la luz y de la sombra". Un puñado de canciones sobre poemas de Miguel Hernández. Una prolongación del disco que apareció en 1972 y también un complemento.
Trece nuevas canciones componen esta entrega. Un amplio recorrido por la obra de Miguel Hernández que incluye desde poemas de juventud como "La palmera levantina" hasta versos de "Hijo de la luz y de la sombra", el más hondo y ambicioso de sus poemas, probablemente su obra maestra cuya lectura recomiendo de manera especial.
¿Por qué vuelvo a escarbar de nuevo en la obra de Miguel Hernández…? Fundamentalmente por dos razones. Una, porque este año se cumple el Centenario del nacimiento del poeta y, como viejo amigo que soy, me sentía en la obligación de celebrarlo desde los escenarios. La gente me lo iba a pedir. La gente ama al poeta y, como yo, no dejaría pasar la onomástica sin recordarla.
En principio, la idea buscaba apenas refrescar el viejo repertorio con un par de nuevas canciones así que, sin grandes expectativas, volví a bucear en su poesía pero a medida que los viejos versos me devolvían nuevas emociones y las ideas se iban materializando en canciones fue creciendo mi entusiasmo hasta que finalmente, a la vista de la bondad del material resultante, aposté decididamente por este trabajo que ahora presento. Una nueva entrega de sus versos listos para cantar.
La otra razón que me ha empujado a volver sobre la obra de Miquel Hernández, la más importante y la que me convenció del interés y validez del proyecto es la intemporalidad de su poesía, la vigencia de sus versos más allá del lugar y el tiempo en que vieron la luz, más allá del contexto en que nacieron, versos que siguen sonando tan sólidos y frescos como si hubieran sido escritos ayer y aquí.
Ha sido fundamental haber contado con magníficos colaboradores para llevar el proyecto a buen puerto. A todos ellos mi gratitud, desde la capitanía de Joan Albert Amargós en la preparación de las canciones, los arreglos y la dirección musical hasta la paciencia y el trabajo de Raúl Cuevas en la grabación y de José Luis Crespo en las mezclas. Ellos son una muestra de la larga lista de amigos y colaboradores que han hecho posible este "Hijo de la luz y de la sombra".
Me gustaría que este trabajo ayudase a acercar al público la poesía de Miguel Hernández, a mi entender uno de nuestros poetas contemporáneos fundamentales, y que la gente, más allá de las canciones, encuentre en los libros el alma del poeta.
La fecha de aparición de este trabajo es producto del azar aunque confieso que no me parece mal la coincidencia. Al fin y al cabo, visto desde la distancia, el 23 de Febrero de 1981 fue el día en que el franquismo perdió su última batalla y nada mejor que celebrarlo con vosotros descorchando este manojo de canciones que, con versos del poeta de Orihuela, he preparado en la esperanza de que os conmuevan como a mí. Joan Manuel Serrat
"Hijos de la luz y de la sombra" es la obra maestra de Miguel Hernández, publicado póstumante en "cancionero y romanceroi de ausencias". Ramón Fernández "Palmeral" recitará seis estrofas.
Curro Piñana pone música al poema del agua de Miguel Hernández
Alejo Carpentier (poeta cubano) en su residencia de París, grabó este poema suyo cuando Miguel regeresaba de su viaje a Moscú.
Documental sobre el poeta Oriolano Miguel Hernández.
Del yugo y del canto Reportaje homenaje sobre la vida del poeta Miguel Hernández. Realizado por J. Mallarach. Orihuela 1976.
Paco Ibañez en Uruguay Andaluces de Jaén
Miguel Hernandez en Wikipedia varios idiomas
Homenaje a Miguel Hernandez Orihuela
Otro Miguel Hernández
(por Agustín Sánchez Vidal)
Esta segunda entrega hernandiana no es una simple prolongación de la que hizo Joan Manuel Serrat hace 38 años. Supone algo distinto, una relectura atenta, que amplía y enriquece considerablemente la primera.
Mucho ha cambiado entre tanto la percepción del poeta. Cuando murió, en 1942, su obra impresa no llegaba a las 500 páginas. De ellas, el franquismo sólo permitió la libre circulación de unas 200. Y hubo que esperar a 1960 para que la edición argentina de Losada alcanzase el millar. Sobre ese corpus se asentaba aquel álbum, que tantos caminos abrió.
Las Obras completas aparecidas en 1992 acrecentaron al escritor hasta las 2.500 páginas. Ese es el Hernández espigado para culminar Hijo de la luz y de la sombra, donde el cantautor no ha dudado en arriesgarse, yendo a buscar los versos hasta los rincones más escondidos. Y si ya en 1972 se habían rehuido tantas obviedades, ahora se ha ido todavía más lejos, ensanchando todos los registros: poemas de adolescencia, formación y tanteo; de tránsito, experimentación y plenitud; de repliegue, depuración y balance.
El arranque, Uno de aquellos, se basa en un soneto en alejandrinos incluido en Viento del pueblo, "Al soldado internacional caído en España". La adaptación, nada fácil, ha preservado su empaque, la poderosa osamenta épica, subrayada por instrumentos como la trompa. Pero los acordes encomendados a la guitarra rinden homenaje a los folksingers estadounidenses y los combatientes de la Brigada Lincoln (uno de cuyos integrantes, por cierto, colaboró con Hernández para convertir sus versos en canciones). Y en su apoyo acude un sonido tan paisano y cotidiano como la armónica, instrumento que tocaba el poeta para entretener sus soledades de cabrero.
Temáticamente esta pieza inicial guarda afinidad con Si me matan bueno: si vivo mejor, extraído de la obra de teatro bélico Pastor de la muerte. Sin embargo, en lo musical es otra historia. Aunque existan vínculos entre el Caribe y el folk americano -como la Guantanamera de Pete Seeger- el arrimo a los sones cubanos de esta composición evoca a Pablo de la Torriente, un brigadista de esa nacionalidad, muy querido por Miguel.
También fluye una corriente subterránea entre los poemas juveniles Del ay al ay por el ay y Dale que dale. Serrat ha captado con no poca sutileza esa veta que discurre bajo toda la obra hernandiana. Una raíz que arranca de su temprana afición al flamenco en Orihuela, para prolongarse en la pena negra de El rayo que no cesa y desembocar -ya a tumba abierta- en la etapa carcelaria. Un venero que en el segundo tema aflora de modo explícito en las apoyaturas vocales de Miguel Poveda.
La zona de sombra que contrapuntea este disco se acentúa con El hambre, de El hombre acecha, libro donde las esperanzas se gangrenan por fricción con la inminente derrota. Y termina dándose de bruces en El mundo de los demás, tan opaco y desasosegante, marcando la traslación desde el combate y los versos proferidos hasta el intimismo donde apenas se susurran.
Este último registro enlaza un tema del novio primerizo, Tus cartas son un vino, con dos de esa etapa postrera. Son apuntes despojados e inermes, que oscilan entre la levedad de Cerca del agua -una desleída acuarela- y el más esperanzado de Sólo quien ama vuela.
Entre medio, se despliega todo un mundo de claroscuros y contrastes. La Canción del esposo soldado, de Viento del pueblo, ha de transcribir el desgarro de quien se siente tan capaz de propagar la vida como de dar la muerte. Mientras que La palmera levantina, con su merodeo instrumental, traduce la ardua polimetría y continuo trasiego metafórico del luminoso original escrito por un Miguel casi adolescente. Y en Las desiertas abarcas se van desgranando desengaños en una dicción próxima a los registros más melodramáticos de la copla.
El insuperable cierre lo pone la canción Hijo de la luz y de la sombra, convertido ya en una de las cumbres de Serrat, con su magistral condensación del extenso poema original. Todo rezuma plenitud en ella, a través de su intenso recitativo, celebrando el sacramento de la vida, ese pozo de misterio donde se transmiten y sellan las estirpes, el imán de los cuerpos proyectados hasta la dimensión cósmica de la que proceden.
Miguel Hernández llegó a concebir su poesía como un itinerario desde el negro de la tinta hasta el cárdeno de la sangre. No se refería sólo ni principalmente a la vertida en las trincheras, sino a la que nutría los sentimientos y enfebrecía los tinteros hasta volverlos rojos y trémulos, en pudorosa metáfora del corazón. Pues un similar proceso de madurez puede advertirse entre los dos discos que le ha dedicado el cantante, desde aquel primero de luto riguroso a este otro en negro y rojo.
Con todo, quizá existan algunos elementos de continuidad. Los rescoldos de aquel espíritu colectivo, generoso y solidario, que hizo posible la Transición. Y que aquí ha cuajado en el DVD Imágenes en busca de un poeta, donde se han implicado algunos de los más destacados profesionales del cine español. Un tributo al poeta, sin duda. Pero también a todo lo que Joan Manuel Serrat representa en nuestras vidas.
Ese remate otorga al conjunto una dimensión excepcional, la de un proyecto difícilmente repetible, que carece de antecedentes. Quien acceda a los tres discos -el de 1972, este CD y el DVD que lo acompaña- obtendrá un entrelazo de palabras, músicas e imágenes de las que resulta un Miguel Hernández en tres dimensiones. El raro milagro de este Hijo de la luz y de la sombra.
Otro Miguel Hernández
(por Agustín Sánchez Vidal)
Esta segunda entrega hernandiana no es una simple prolongación de la que hizo Joan Manuel Serrat hace 38 años. Supone algo distinto, una relectura atenta, que amplía y enriquece considerablemente la primera.
Mucho ha cambiado entre tanto la percepción del poeta. Cuando murió, en 1942, su obra impresa no llegaba a las 500 páginas. De ellas, el franquismo sólo permitió la libre circulación de unas 200. Y hubo que esperar a 1960 para que la edición argentina de Losada alcanzase el millar. Sobre ese corpus se asentaba aquel álbum, que tantos caminos abrió.
Las Obras completas aparecidas en 1992 acrecentaron al escritor hasta las 2.500 páginas. Ese es el Hernández espigado para culminar Hijo de la luz y de la sombra, donde el cantautor no ha dudado en arriesgarse, yendo a buscar los versos hasta los rincones más escondidos. Y si ya en 1972 se habían rehuido tantas obviedades, ahora se ha ido todavía más lejos, ensanchando todos los registros: poemas de adolescencia, formación y tanteo; de tránsito, experimentación y plenitud; de repliegue, depuración y balance.
El arranque, Uno de aquellos, se basa en un soneto en alejandrinos incluido en Viento del pueblo, "Al soldado internacional caído en España". La adaptación, nada fácil, ha preservado su empaque, la poderosa osamenta épica, subrayada por instrumentos como la trompa. Pero los acordes encomendados a la guitarra rinden homenaje a los folksingers estadounidenses y los combatientes de la Brigada Lincoln (uno de cuyos integrantes, por cierto, colaboró con Hernández para convertir sus versos en canciones). Y en su apoyo acude un sonido tan paisano y cotidiano como la armónica, instrumento que tocaba el poeta para entretener sus soledades de cabrero.
Temáticamente esta pieza inicial guarda afinidad con Si me matan bueno: si vivo mejor, extraído de la obra de teatro bélico Pastor de la muerte. Sin embargo, en lo musical es otra historia. Aunque existan vínculos entre el Caribe y el folk americano -como la Guantanamera de Pete Seeger- el arrimo a los sones cubanos de esta composición evoca a Pablo de la Torriente, un brigadista de esa nacionalidad, muy querido por Miguel.
También fluye una corriente subterránea entre los poemas juveniles Del ay al ay por el ay y Dale que dale. Serrat ha captado con no poca sutileza esa veta que discurre bajo toda la obra hernandiana. Una raíz que arranca de su temprana afición al flamenco en Orihuela, para prolongarse en la pena negra de El rayo que no cesa y desembocar -ya a tumba abierta- en la etapa carcelaria. Un venero que en el segundo tema aflora de modo explícito en las apoyaturas vocales de Miguel Poveda.
La zona de sombra que contrapuntea este disco se acentúa con El hambre, de El hombre acecha, libro donde las esperanzas se gangrenan por fricción con la inminente derrota. Y termina dándose de bruces en El mundo de los demás, tan opaco y desasosegante, marcando la traslación desde el combate y los versos proferidos hasta el intimismo donde apenas se susurran.
Este último registro enlaza un tema del novio primerizo, Tus cartas son un vino, con dos de esa etapa postrera. Son apuntes despojados e inermes, que oscilan entre la levedad de Cerca del agua -una desleída acuarela- y el más esperanzado de Sólo quien ama vuela.
Entre medio, se despliega todo un mundo de claroscuros y contrastes. La Canción del esposo soldado, de Viento del pueblo, ha de transcribir el desgarro de quien se siente tan capaz de propagar la vida como de dar la muerte. Mientras que La palmera levantina, con su merodeo instrumental, traduce la ardua polimetría y continuo trasiego metafórico del luminoso original escrito por un Miguel casi adolescente. Y en Las desiertas abarcas se van desgranando desengaños en una dicción próxima a los registros más melodramáticos de la copla.
El insuperable cierre lo pone la canción Hijo de la luz y de la sombra, convertido ya en una de las cumbres de Serrat, con su magistral condensación del extenso poema original. Todo rezuma plenitud en ella, a través de su intenso recitativo, celebrando el sacramento de la vida, ese pozo de misterio donde se transmiten y sellan las estirpes, el imán de los cuerpos proyectados hasta la dimensión cósmica de la que proceden.
Miguel Hernández llegó a concebir su poesía como un itinerario desde el negro de la tinta hasta el cárdeno de la sangre. No se refería sólo ni principalmente a la vertida en las trincheras, sino a la que nutría los sentimientos y enfebrecía los tinteros hasta volverlos rojos y trémulos, en pudorosa metáfora del corazón. Pues un similar proceso de madurez puede advertirse entre los dos discos que le ha dedicado el cantante, desde aquel primero de luto riguroso a este otro en negro y rojo.
Con todo, quizá existan algunos elementos de continuidad. Los rescoldos de aquel espíritu colectivo, generoso y solidario, que hizo posible la Transición. Y que aquí ha cuajado en el DVD Imágenes en busca de un poeta, donde se han implicado algunos de los más destacados profesionales del cine español. Un tributo al poeta, sin duda. Pero también a todo lo que Joan Manuel Serrat representa en nuestras vidas.
Ese remate otorga al conjunto una dimensión excepcional, la de un proyecto difícilmente repetible, que carece de antecedentes. Quien acceda a los tres discos -el de 1972, este CD y el DVD que lo acompaña- obtendrá un entrelazo de palabras, músicas e imágenes de las que resulta un Miguel Hernández en tres dimensiones. El raro milagro de este Hijo de la luz y de la sombra.
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