Homenaje a Tete Montoliu
Tete Montoliu, fotografiado en la sala Jamboree en los sesenta junto al músico Lou Bennet, otro asiduo del local / ARCHIVO JAMBOREE
para el el 50 aniversario de la mítica sala Jamboree de Barcelona
Tete Montoliu y el Jamboree: Una historia de
amor
El 9 de enero de 1960 a las seis de la tarde, el quinteto de Tete Montoliu (Vicente Montoliu Massana) el Jamboree, pequeña sala de
conciertos en la Plaza Reial de Barcelona. Durante diez años, fue la puerta de
entrada del jazz internacional. Además de Ella Fitzgerald o Chet Baker,
acturaron en la sala Lou Bennet, Dexter Gordon, Art Farmer o Elvis Jones,
convirtiéndose en memoria emocional de una nueva generación de músicos locales.
Dentro de la programación especial de celebración de su 50 aniversario, el Jamboree recuerda a su huésped más ilustre, el pianista catalán Tete Montoliu, reconocido como uno de los mejores músicos de jazz que ha dado Catalunya y uno de los grandes que han actuado en la mítica sala.
El homenaje tiene todo el sentido porque Tete Montoliu (Barcelona, 1933-1997) fue una de las almas del local barcelonés en sus dos etapas, en los sesenta y desde que fue reabierto en 1992. En la etapa de los años sesenta, Montoliu se consolidó como su músico de referencia. Un quinteto para la ocasión (con el clarinetista Perry Robinson, el saxofonista "Vicho" Vincencio, el contrabajista Antoni Vidal y el batería 'Chip' Collins) inauguró, nada menos, el local el 9 de enero de 1960 a las seis de la tarde. Y también fue en el Jamboree donde el pianista barcelonés consolidó su primer gran quinteto, con el que actuó de forma fija durante nueve meses seguidos.
< Lionel Hamptom
Resulta difícil encontrar otro músico de jazz barcelonés tan popular y trascendente. Montoliu viajó por todo el mundo cuando en la ciudad condal apenas había músicos de jazz. Y es queTete recibió elogios de músicos como Lionel Hampton -que lo descubrió-, Thelonious Monk o Dexter Gordon, convirtiéndose en una estrella del jazz a nivel internacional que actuó con maestros de la altura del propio Gordon, Billy Higgins, Ben Webster, Johnny Griffin o Stan Getz
El actual propietario de la sala, Joan Mas, recuerda el regreso de Montoliu cuando Jamboree fue reabierto en los noventa. "Conseguimos que volvieran los grandes que tocaron en la sala en los sesenta, como Art Farmer, Lou Benett, Elvin Jones, y, claro, Tete", recuerda Mas.
El encargado de liderar este tributo-homenaje será el contrabajista uruguayo Horacio Fumero, que compartió escenario con Montoliu desde 1981 hasta su muerte en 1997. En estos conciertos de homenaje, Fumero estará acompañado por el pianista Albert Bover y el batería David Xirgu, que también recibieron las lecciones del maestro.
Resulta difícil encontrar otro músico de jazz barcelonés tan popular y trascendente. Montoliu viajó por todo el mundo cuando en la ciudad condal apenas había músicos de jazz. Y es queTete recibió elogios de músicos como Lionel Hampton -que lo descubrió-, Thelonious Monk o Dexter Gordon, convirtiéndose en una estrella del jazz a nivel internacional que actuó con maestros de la altura del propio Gordon, Billy Higgins, Ben Webster, Johnny Griffin o Stan Getz
El actual propietario de la sala, Joan Mas, recuerda el regreso de Montoliu cuando Jamboree fue reabierto en los noventa. "Conseguimos que volvieran los grandes que tocaron en la sala en los sesenta, como Art Farmer, Lou Benett, Elvin Jones, y, claro, Tete", recuerda Mas.
El encargado de liderar este tributo-homenaje será el contrabajista uruguayo Horacio Fumero, que compartió escenario con Montoliu desde 1981 hasta su muerte en 1997. En estos conciertos de homenaje, Fumero estará acompañado por el pianista Albert Bover y el batería David Xirgu, que también recibieron las lecciones del maestro.
Jazz
blanco y ciego
Manuel Vazquez Montalban El País 25/8/97
La vida
cultural española después de la guerra se desarrolló como en una fotografía, en
una dimensión plana; imposible la profundidad, el fotograma aumentaba según las
aportaciones que se le sumaban por las periferias culturales. En el centro de
la foto Franco, Franco, Franco, En Flandes se ha puesto el sol, De
rodillas señor ante el Sagrario que guarda cuanto queda de amor y de verdad.
De
pronto, a este núcleo duro se le añadía alguna traducción literaria extranjera
imprevista, alguna recuperación de nuestro propio patrimonio heterodoxo,
vanguardias entre líneas o palabras y sonidos, Brassens, que nada tenían que
ver con la grandilocuente sordera de la cultura oficial. Y así el jazz quedó
como una extranjería sospechosa alimentada por grupos de adictos, como hermanos
masones de un diálogo entre instrumentos sobre el vacío de la oscuridad, los
salones en penumbra, la noche, la noche complicando la soledad. Los
renacentistas descubrieron la melancolía y le dieron el carácter de prueba del
negativo del humanismo, la tristeza del hombre sabedor de la incerteza de su
destino, la tristeza del hombre desprovidencializado.
El
jazz era un concierto entre melancolías, voces instrumentales en las que el
piano tenía voluntad de hegemonía a costa de la modestia ensimismada de los
demás instrumentos. Elegantes u oscuros, los pianistas de jazz venían delragtime y
querían olvidar su origen para ser el Chopin de la nueva estética o raza
musical y lo consiguieron gracias a Art Tatum o Theolonius Monk. Luego
Tristano, Garner, Ellington, Count Basie, abrieron caminos para sucesivas
melancolías que llegaban a las catacumbas españolas del jazz casi como
propaganda clandestina de una utopía: un mundo futuro sin himnos y de músicas
divagantes.
Tete
Montoliu emergió de aquellas catacumbas en el comienzo de la reconstrucción de
la razón democrática, en los años sesenta. Barcelona estaba creando un tejido
social parademocrático y aquel pianista de jazz, blanco y ciego, sin una
declaración explícita de rebelión, significaba un elemento añadido a la fotografía
de la poquedad cultural, y es que en cierto sentido hay que colocar a Tete
Montoliu como síntoma al lado de la recuperación de todas las consciencias
críticas y sus vanguardias.
Ecléctico,
técnicamente pragmático, doblemente ensimismado por ciego y por jazzman,
Tete estaba fatalmente llamado a ser algo más que un músico, y así fue un
símbolo del mejor cosmopolitismo cultural de una Barcelona que a través de
Jamboree convirtió el jazz en la música de fondo de los desconciertos etílicos
de todas las gauches que se han hecho y se han deshecho.
Tete
Montoliu al piano, jazz blanco para ciego; Jaime Gil de Biedma hablando de
Jorge Guillén o del Harper's Bazar, Pijoaparte metiéndole mano a una
especialista en Pijos Aparte y el piano jugueteando con la evidencia de que
tampoco hoy, ni siquiera esta noche, será el octavo día de la semana. Las
muecas en el rostro de Tete estaban dirigidas a sí mismo. Los ciegos se hablan
a sí mismos mediante muecas, como si fueran mudos.
El Jamboree
abrió en 1959 de la mano de Joan Rosselló y se mantuvo hasta 1970. En este
periodo contrató a artistas como Ella Fitzgerald, Lee Konitz, Bill Coleman,
Stephane Grappelli, Lou Bennet, Chet Baker, Roland Kirk, Dexter Gordon, Art
Farmer, Ornette Coleman y Pony Poindexter, entre muchos otros.
La sala
ha vivido sus buenos y malos momentos. El paso de los años, los avatares de
aperturas, cierres, riesgos de bancarrota, pero los músicos que contrataron y el ambiente jazz que alli se respiraba, le ha conferido el aura de
mítica. En su historia un desenfrenado amor a la música y el empeño, que tenían otras motivaciones que
las de hacer dinero.
En 1970
tuvo que cerrar por problemas económicos.
En
1992, en 1993 se hizo con la sala la empresa Mas i Mas, de los hermanos Joan,
Anna y Marta. Y hasta hoy.
Joan Mas, del grupo Mas i Mas, se hizo con la sala y le dio una segunda oportunidad. En la actualidad, es la única sala en España que hace conciertos cada año. En su nueva etapa se ha visto, entre otros, a Brad Meldhau, la primera vez que venía a España, Joshua Redman o Christian Scott. «Los músicos que vienen a tocar a la sala nos aseguran que sienten que las paredes les hablan, que se respira historia», comenta Pierre Bechet, director de la sala, encargado de su programación. Hoy en dia, «Nuestra línea incluye a un 60 por ciento de músicos locales y un 40 de músicos de fuera. Vamos desde el be bop al blues o el acid jazz», afirma Bechet.
Joan Mas, del grupo Mas i Mas, se hizo con la sala y le dio una segunda oportunidad. En la actualidad, es la única sala en España que hace conciertos cada año. En su nueva etapa se ha visto, entre otros, a Brad Meldhau, la primera vez que venía a España, Joshua Redman o Christian Scott. «Los músicos que vienen a tocar a la sala nos aseguran que sienten que las paredes les hablan, que se respira historia», comenta Pierre Bechet, director de la sala, encargado de su programación. Hoy en dia, «Nuestra línea incluye a un 60 por ciento de músicos locales y un 40 de músicos de fuera. Vamos desde el be bop al blues o el acid jazz», afirma Bechet.
El nombre Jamboree.
El que fue el primer encargado del local, Àngel Gómez, que en 1959 tenía veinte años, defiende que jamboree es argot negro y era la palabra con que en Estados Unidos se definía una "reunión con música". Defiende, contra otras versiones, que el vocablo fue aportado por un marino de la Navy cuyo nombre se perdió. El Jamboree, en todo caso, tiene un precedente en el club Jubilee, que había nacido en el colegio Monterols para organizar conciertos y charlas y que luego se integró en el Instituto de Estudios Norteamericanos.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire